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Misinformation: How to understand and approach the business behind fake news?

La Tercera - 01 de setembro de 2023



A estas alturas, hay un par de cosas que sabemos sobre las noticias falsas, o fake news. Sabemos, por ejemplo, que en tiempos de campañas políticas son una efectiva y perniciosa herramienta de desinformación interesada. También parece ser unánime el juicio de que representan un verdadero peligro para la democracia, en todo el mundo.


En 2018, el escándalo de Cambridge Analytica -la compañía británica de minería y análisis de datos que usó secretamente la información de los usuarios de Facebook para vender servicios de propaganda electoral- develó la enorme puerta de entrada que las plataformas tecnológicas ofrecían a los grupos de interés para ganar dinero e influir políticamente, a costa de los usuarios. Y una de las piezas clave fue la generación de noticias falsas. La utilización política de estos mecanismos fue largamente documentada en casos como el Brexit y la elección de Donald Trump en 2016. Pero más allá de las multas y advertencias, el mecanismo no se detuvo. El sistema de recompensa de los algoritmos que favorece el tráfico ha significado un incentivo enorme para la generación de noticias falsas.


En cierta medida, sin embargo, la atención a los contenidos y consecuencias políticas de la propagación de noticias falsas a través de plataformas como Google y Facebook ha silenciado otro aspecto: cómo y a favor de quién opera ese mecanismo más allá de la política. Y más acá del negocio. Es decir, quiénes y cómo ganan dinero, todos los días, generando y traficando noticias falsas, perpetrando “pequeños” engaños cotidianos a personas en todo el mundo, todos los días. Y qué responsabilidad le cabe a las mismas compañías tecnológicas que suelen argumentar que son meras vitrinas, pero que se benefician del tráfico en sus páginas. Y qué pueden y deben hacer los Estados al respecto.


Eso es materia de investigación de dos expertos que visitaron Santiago, invitados por Anatel: Rose Marie Santini, fundadora y directora del Netlab de la Universidad Federal de Río de Janeiro, un centro de investigación, docencia y divulgación científica entre la universidad y la sociedad civil sobre el fenómeno de la desinformación en Brasil y en el mundo; y Marcio Borges, investigador asociado del mismo centro y además vicepresidente ejecutivo de la agencia W/McCann en Río de Janeiro.



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